sábado, 4 de diciembre de 2010

Pueblo Nuevo: sus primeras dos décadas

            El 20 de marzo de 1911 el municipio de San Sebastián, bajo la dirección del alcalde Manuel Rivera Negroni, firmó una escritura de compra de un terreno perteneciente a la sucesión de Jacinto Rodón.  Los terrenos serían urbanizados y distribuidos en solares a familias pobres que solicitaban permiso para construir sus casas.  El costo total de los terrenos, de mensura, de deslinde y de planos fue de $1,000.  En palabras de aquel momento, el propósito era “ensanchar la población” para acomodar exclusivamente a la clase trabajadora.  La crisis económica por la cual atravesaba Puerto Rico desde fines del siglo anterior, especialmente en pueblos dedicados al café como San Sebastián, habían producido un persistente éxodo del campo al pueblo.


           
                     La calle principal de Pueblo Nuevo, Juan F. Cortés, 1955.

El “ensanche” fue una forma novedosa de crecimiento urbano.  Tradicionalmente, el pueblo había crecido añadiendo una calle dentro del terreno perteneciente al municipio.  Otra modalidad de crecimiento fue Tablastilla, que nació con la venta de solares a lo largo de un camino que iba de Piedras Blancas al pueblo, por la finca de Roque Traverso.

            Pueblo Nuevo fue planificado como una urbanización desde un principio.  Eso significa que cada casa que se construyera estaría frente a una calle.  A cada solicitante de un solar se le advertía sobre las obligaciones que asumía al recibir el solar en usufructo: mantener siempre limpio y exento de yerbas el frente, patio y callejones de la casa, y en perfecto estado de conservación los desagües que requiera el plano inclinado del terreno; hacer de su cuenta los desmontes del terrreno donde fuera necesario, construir letrina conforme a las exigencias de la oficina local de sanidad; construir con una altura de tres metros y dejar dos pies por lo menos del piso a la tierra para facilitar su higienización.  Las casas frente a la calle del Ensanche (la que bajaba desde la calle De Hostos) y las que formaran esquina, no podían tener cobija de yagua o paja.  Por lo general las casas eran construidas de tablas de palma, de barriles de bacalao o tocino y con techo de yaguas o paja.  La forma ordenada con que se construyó Pueblo Nuevo fue motivo de gran orgullo para los pepinianos.  Todavía hoy los viejos residentes no olvidan que visitantes distinguidos eran paseados por la comunidad, entre ellos, el poeta aguadillano José de Diego.

            En pocos años los solares de Pueblo Nuevo o de Pepinito (como ya se conocía la comunidad) se agotaron.  Cuando Tomás Montalvo solicitó un solar en 1923, la negación de la asamblea municipal fue acompañada de una explicación:  “ya hace tiempo que [la asamblea] viene denegando estas peticiones en beneficio del ornato público”.  En otras palabras, el municipio tenía la intención de evitar el hacinamiento por razones de estética.  Un grupo de vecinos le pidió al municipio que comprara unos terrenos a Cecilio Echeandía para volver a ensanchar la población, pero la asamblea respondió que no había dinero designado para tal fin.

            La tempestuosa llegada de campesinos al pueblo planteó un reto al férreo control social que habían ejercido las clases alta y media sobre la vida urbana.  Los recién llegados no sentían la misma admiración y aprecio a las formalidades urbanas que los antiguos moradores.  Durante la década del 20 las medidas para mantener el orden fueron intensificadas.  El municipio ordenó que los daños maliciosos ocasionados en las calles, aceras, caminos, cunetas y útiles del alumbrado público, a los edificios públicos, plaza de recreo y otras propiedades tenían que ser pagados o conllevaría un día de cárcel por cada dólar no pagado.  Cuando no pudo remediar el asedio de los nuevos habitantes en la plaza de recreo, el municipio se comunicó con el jefe de la policía insular...

para que trate de poner orden en la plaza pública de este pueblo evitando que sean destruidos los árboles y evitando también los estorbos en los paseos pues hay ciertas quejas de que las señoras y señoritas no pueden pasear en dicho sitio debido al desorden reinante que ocasionan los muchachos de este pueblo durante las horas del paseo.

            Otra forma de asimilación a los modos urbanos fue tratar de reproducirlos en Pueblo Nuevo.  Como parte de un plan general de mejoras urbanas, las calles de los sectores más pobres del pueblo fueron afirmados.  Los recursos económicos del municipio eran desproporcionalmente invertidos en la zona urbana, pues tanto los funcionarios como la asamblea municipales eran mayoritariamente oriundos  del pueblo.  Entre las seis calles que fueon afirmadas en las comunidades pobres, estuvo la avenida Ensanche. 

            Respondiendo a la solicitud de la Asociación de Padres y Maestros, dirigida por el exalcalde Narciso Rabell, unos solares fueron cedidos en 1925 para dedicarlos a un parque.  Durante los siguientes dos años y hasta su muerte en 1927, Rabell celebró actividades para recaudar dinero a favor del parque.  Una hoja de promoción de la pica administrada por Rabell durante las fiestas patronales decía: “Lo que usted pierda en esta pica es para el parque.  El parque es para usted y para su familia. De modo que perdiendo usted, aquí gana”.  Una hoja que anunciaba la celebración de bailes todos los domingos secos de 7:00 P.M. a 12:00 P.M, en una plataforma instalada allí, establecía que la entrada por pareja tenía un costo de 50¢ (que era el salario común de un día de trabajo).  Nadie podía ir bebido ni llevar bebida o ir mal vestido.  Toda persona que desordenara o violara las reglas sería expulsada.

            Más importante que la pavimentación de su calle principal y del establecimiento del parque de bailes fue la construcción de una escuela de dos salones, llamada Guillermo Cardé, en 1928.  Además de atender a los niños de Pueblo Nuevo, también recibía niños de Piedras Blancas, pues el municipio autorizó la unión de la calle Independencia con la carretera hacia Lares.

            La Asociación de Bienestar Social, una organización de damas, intentó darle continuidad a los planes de Rabell.  Bajo la dirección de María L. Correa y Mariana Robles, y con la colaboración de los organizadores de las fiestas patronales de 1930, se llevaron a cabo varias actividades en el parque de Pueblo Nuevo.  El 16 de enero se celebró el “Día de Pepinito”.  De una a tres de la tarde se celebraron juegos populares en el parque Rabell del Pueblo Nuevo, amenizados por la banda.  Por la noche, terminados los actos religiosos, la retreta y fuegos artificiales se celebraron allí.  A las 9:00 P.M. hubo un baile en el salón del parque a beneficio del mismo. 

            (Esta etapa de la historia de Pueblo Nuevo dio paso a una nueva, bajo la administración del alcalde socialista y mecánico de ocupación, Nito Cortés.)

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