sábado, 25 de junio de 2011

Las calles también tienen historia

Las primeras dos calles del poblado de Pepino fueron creadas en 1821, a casi 70 años de la fundación del pueblo.  Hasta entonces esas calles habían sido caminos.  El camino más importante salía desde  la plaza hacia Aguadilla; el otro salía al río Culebrinas y a la vez conducía a Lares (un territorio de Pepino hasta 1828).  Los alrededores de la plaza no comenzaron a tomar forma de calles hasta cincuenta años después de creadas las primeras dos calles, cuando la plaza fue construida con un muro en 1872.



 Las dos calles fueron llamadas Aguadilla y Calle Abajo.  Son las que luego fueron bautizadas en 1903 como las calles Betances y Hostos, respectivamente.  El camino hacia Aguadilla había sido, desde la fundación del pueblo, la vía vital para la venta de animales y productos agrícolas,  y para la compra de productos importados.  Al Culebrinas se bajaba por agua para beber, para bañarse y para lavar ropa.  En el caso de los acomodados, estas tareas eran realizadas por las esclavas; luego construyeron aljibes.


Crear calles significaba fijar la vía, darle cierta anchura y distribuir solares en sus márgenes.  Los solares eran cedidos sin títuto de propiedad cuando un solicitante se prestaba a construir, ya fuera para habitación o para comercio.  El propósito de no conceder título para evitar la monopolización de los solares fue burlado desde que el poblado empezó a desarrollarse.  Con excepción de los alrededores de la plaza, la construcción de casas no siguió ningún ordenamiento.  Los que construyeron en los terrenos del municipio lo hicieron donde bien les parecía, sin que nadie objetara.
 
En el informe rendido al gobernador Miguel de la Torre con motivo de su gira por los pueblos en 1824, el municipio declaró que las dos calles eran las únicas obras públicas.  La Casa del Rey (o cuartel de milicias) no fue considerada una obra pública del ayuntamiento, pues aunque era construido por el pueblo, legalmente era propiedad del rey.  Las dos calles fueron empedradas por primera vez por sus respectivos residentes en 1833.  La calle Aguadilla medía 239 x 8 metros y la calle Abajo 147 x 6 metros.  Por ser de menor anchura, la segunda estaba en la categoría de callejón.  Desde la fecha del empedrado hasta su pavimentación un siglo más tarde, hubo que repararlas regularmente con piedra triturada y cascajo traído del carso, la sierra del norte.  Como no había aún caminos por donde pudieran transcurrir carretas, los materiales de construcción eran transportados en “canoas” o troncos tallados.


Para1846 ya había ocho calles en el poblado.  La primera cifra sobre población urbana de Pepino data de ese año.  El crecimiento poblacional en las décadas previas había sido extraordinario.  De una población total de 10,723 habitantes, un 6.3% (679 habitantes) vivía en el poblado.  Ese porciento siguió en aumento a lo largo de la segunda mitad del siglo 19.  Para 1899 el porciento de la población urbana había aumentado a 10.3%.  De un total de 16,412 habitantes, 1,700 vivían en la zona urbana.  El porcentaje poblacional urbano alcanzó su pico en la década de 1940 con un 14.7%.


La costumbre de bautizar las calles con el destino de los caminos originales o con alguna característica particular que las distinguía cambió al iniciarse el siglo 20.  En 1903 el consejo municipal decidió emular el “elevado patriotismo” de otros pueblos y “reconocer y [...] conmemorar a los buenos hijos de Puerto Rico”.  Esta parece ser la forma en que los puertorriqueños reafirmaron su identidad frente a la política gubernamental de bautizar las escuelas con nombres de americanos.


 Calle Aguadilla ➞ calle Guatemala ➞ calle Betances
Hacia fines del siglo 19, el municipio cambió el nombre de la calle Aguadilla a Guatemala (el nombre del barrio inmediato), pero ese nombre nunca se generalizó.  En la esquina de la plaza estaba el Casino del Pepino (1895) y al lado opuesto, estaba la sede del Círculo de Amigos, la sociedad recreativa de los trabajadores urbanos.  Aunque la calle se llamó Ramón Emeterio Betances desde 1903, tardó décadas antes de que este nombre se generalizara.  Luego del fuego de 1928, que destruyó la mayoría de los edificios construido en ella, la calle fue ensanchada y alineada.  La gente del pueblo eligió la calle Betances para pasear en los atardeceres desde que el espacio de la plaza fue acaparado por el sector acomodado a principios de la década del 1930.  A diferencia de la plaza, la calle todavía no tenía alumbrado público.


La sección de la calle Betances a partir de la curva hacia el noroeste (donde hoy está el EDP College) fue bautizada Luis Muñoz Marín en 1946.  El alcalde Arcadio Estrada resistió los insistentes pedidos de Muñoz Marín de eliminar su nombre, pero el entrante alcalde Rafael (Fey) Méndez seguramente tuvo que asentir a la demanda de Muñoz y la calle fue rebautizada Antonio Pavía Fernández en 1956.  Para el pueblo, la calle nunca fue partida en dos.  Todavía en la década del 1960 la calle se conocía comúnmente como Aguadilla, desde la plaza hasta el Centro de Salud.  Ese nombre fue desapareciendo con la pérdida de la centenaria relación comercial que tuvo Pepino con la costa inmediata.


Calle Abajo ➞ calle Comercio ➞ calle Principal ➞ calle De Hostos
En 1824 el español Andrés Cabrero abrió en la calle Abajo la tienda que habría de convertirse en una de las dos más importantes empresas comerciales y financieras del pueblo a fines de ese siglo.  El otro almacén fue Laurnaga y Cía., establecido al final de la misma calle en 1849 con el nombre inicial de Sagardía Hnos.  El socio más renombrado de esta casa comercial se llamó Miguel Tomás Laurnaga Sagardía.  Acorde con la costumbre, para la década de 1840 el nombre de calle Abajo había cedido a calle del Comercio.


La calle Comercio fue la vía que siguieron los rebeldes del Grito de Lares para llegar a la plaza el 24 de septiembre de 1868.  Advertidos los vecinos sobre la marcha de los rebeldes hacia Pepino a plena luz del día, cerraron puertas y ventanas.  Alrededor de trescientos hombres se quedaron en el puente de la quebrada Salada, mientras subían a la plaza los treinta o cuarenta hombres que cabalgaban a caballo.  Al ser abaleados inesperadamente en la plaza, los jinetes regresaron al puente a reagruparse.  Después de un nuevo intento por tomar la plaza, volvieron a retroceder, esta vez, para desalojar al pueblo.  La toma de Pepino no había contemplado estrategia alguna.  Milicianos rebeldes de Pepino habían recibido promesas de solidaridad de sus colegas.


Hacia fines del siglo 19 la calle Comercio se conoció también como Principal.  En 1903 la calle fue bautizada Eugenio María de Hostos.  Las edificaciones más cercanas al centro del pueblo fueron destruidas por el fuego de 1906, que ardió por 10 horas.  Al quedar vacantes los solares, la calle fue ensanchada y alineada.  En uno o dos casos, el municipio tuvo que pagar altas indemnizaciones a familias conservadoras en tiempos de España.


En 1903 Laurnaga le vendió al municipio el terreno donde se construyó la Escuela Whittier (1903).  Como en cualquier otro pueblo, la construcción fue un gran acontecimiento.  La alcaldía estuvo ubicada en esta calle de 1931 a 1949, por haberse incendiado la alcaldía en 1928 y haberse construido en su solar vacante el edificio de la Academia Santa Rita.


Calle Guajataca ➞ calle Manuel Joaquín Cabrero
Antes que terminara la década de 1820 había una tercera calle en el pueblo.  Seguramente se trataba de la calle Guajataca, en el camino que conducía al barrio de ese nombre.  Todavía no se había subdividido Hoyamala.  Con la adquisición de 500 cuerdas de terrenos en la región de Guajataca por la familia inmigrante Echeandía Mendoza, y con el subsiguiente desarrollo de las mismas, el camino aumentó en importancia.  El intento de desprender esta región del Pepino en esa década fue infructuoso.


La calle fue bautizada Manuel Joaquín Cabrero en 1904, la primera ocasión en que se honró a un pepiniano.  Cabrero fue comerciante como su padre Andrés Cabrero y fue objeto de acoso por sus ideas políticas liberales.  Su carácter no conformista le ganó amplias simpatías en el pueblo.
En 1916 fue construido  a 100 metros del final de la calle Cabrero el matadero del pueblo, frente a donde luego se construyó la planta de energía eléctrica (entre 1956-1961).  El matadero estuvo abierto allí hasta que se construyó el de Calabazas en 1953.  A mediados de la década del 1930, después de terminada la afirmación y ensanche de la carretera que desde Pepino conducía a Camuy (que redujo en 10 kilómetros el trayecto anterior), y a medida que el tráfico directo a San Juan se fue acrecentando por la vía, esta calle fue tomando mayor importancia, pero nunca igualó a las calles Betances y De Hostos.  La ruta hacia San Juan cambió, vía Lares, en la década de 1980.


Calle de los Bohíos ➞ calle Esperanza ➞ calle Jesús T. Piñero
La calle de los Bohíos ya existía para 1846.  Estaba alejada de lo que en esos años era el centro del pueblo.  El gobierno promovió la apertura de calles como esa para acomodar campesinos desacomodados, sin acceso a la tierra, y que trabajaban por un jornal diario.  De esa manera le facilitaba a los agricultores una escurridiza mano de obra que prefería vivir esparcida por los montes.  Para esa época la mayor parte de los campesinos eran agregados, un estatus superior al de jornalero pues tenía el beneficio de producir los cultivos de subsistencia a cambio de trabajo remunerado. Según avanzó el siglo, la clase jornalera fue creciendo mientras disminuía el número de agregados.  También fue creciendo el número de familias en el pueblo que vivían en esas inhumanas chozas de tablas y yaguas de palma .  Por lo menos desde la década de 1860, la calle de los Bohíos fue conocida como Esperanza.


En 1903 fue abierta una prolongación de la calle hacia el este, cruzando la calle Guajataca, para poder seguir acomodando familias que llegaban del desolado campo en medio de la crisis económica del cambio de siglo.  Esa prolongación se llamó calle Nueva.  A partir de 1907 el municipio prohibió construir con yaguas en la calle Esperanza.  En 1916 la calle fue alineada y ensanchada.  Las casuchas eran desarmadas y vueltas a armar en poco tiempo.  Carecían de letrinas.  En 1946 la calle fue nombrada Jesús T. Piñero.


Calle Añasco ➞ calle Segundo Ruiz Belvis Las otras cuatro calles que existieron para 1846 fueron Añasco, de la Carnicería, del Henchidero y  del Medio.  La calle Añasco fue originalmente el camino que seguían las mulas cargadas con sacos de café que entraban al pueblo por la calle Abajo, pero en lugar de dirigirse a Aguadilla iban a Añasco.  Fue precisamente el creciente intercambio comercial de Añasco con Pepino y Lares lo que motivó el establecimiento de una sucursal de Sagardía Hnos. en Pepino.  El camino doblaba hacia el cruce del río Culebrinas antes de llegar al cementerio.
 
La calle fue bautizada Segundo Ruiz Belvis en 1903.  Fue parte importante de la reorganización urbana después del fuego de 1906.  En ella construyó una casa el misionero y pastor presbiteriano Elías S. Lheureux en 1912.  En la década de 1920 se estableció allí el primer cine y la atractiva sede de la Logia Redención de los masones.   También se ubicaron en ella una escuela pública, la escuela secundaria católica Academia Santa Rita durante sus primeros dos  años (1935-1937), y el correo.
El camino que seguía hacia el Culebrinas antes del cementerio dejó de ser la ruta hacia Añasco al construirse la carretera en 1938.  Siguiendo el antiguo modo de bautizar las calles, esta sección del viejo camino fue bautizada calle Miramar, seguramente en alusión al amplio cruce del río, con su inmenso banco de arena en su inmediatez y donde el río era menos profundo.  Hoy las corrientes del río son una sombra de lo que fueron originalmente debido a su uso para agua potable.  El nombre de Miramar cambió a Hipólito Castro Rosado en 1990, uno de sus más apreciados residentes (y abuelo de la directora de Maguey, Laura Castro).  El nombre de Miramar perdió sentido cuando la calle fue partida por el desvío Emérito Estrada en 1948 y cuando la arena del río fue extraída para construcción en la década de 1950.


Calle de la Carnicería ➞ prolongación de la calle Luis Munoz Rivera
La carnicería del pueblo fue construida “a las afueras” del pueblo en 1828.  Para 1846 ya era una de las ocho calles.  La carnicería era un establecimiento de gran importancia para el pueblo.  Antes de construirse, la carne se vendía en cualquier punto del pueblo, seguramente sobre hojas de yautía o plátanos, sin ningún control de calidad.  Cuando hubo médico en el pueblo, las carnes eran inspeccionadas por él.  La calle se convirtió en parte de la calle Luis Muñoz Rivera, pues su entrada por la plaza seguía casi una línea recta con la misma.  Esta prolongación también fue alineada después del fuego de 1928.  Al construirse la plaza del mercado en 1916, la carnicería fue movida allá .  La escuela elemental Ramón María Torres fue construida en ella en 1957.  La calle era sin salida y continuó siéndolo, incluso, cuando se construyó allí el correo en 1962.  La calle fue abierta al demolerse el correo y construirse el terminal de carros públicos en 1985.  En 2010 fue inaugurada la Plaza de la Identidad Pepiniana en los terrenos que habían sido de la escuela.


Calle del Henchidero ➞ avenida Sifre ➞ calle Severo Arana
La calle del Henchidero es hoy la Severo Arana.  Fue bautizada con ese término poco usual por el estanque construido en las facilidades comerciales de Joaquín Rodón Rubio en el siglo 19, conteniendo aguas del manantial que existe en la calle.  La planta hidroeléctrica que instalaron Viola Rabell Cabrero y su esposo Manuel Rodríguez Cabrero en su recién construido palacio (hoy llamado Casa Museo Doña Bisa) se alimentó también del manantial.
 
En la primera mitad del siglo 20, la calle se conoció como avenida Sifre.  El término “avenida” se usaba para designar un lugar por donde transcurría un torrente o una avenida de agua. Es un enigma por qué se le llamó Sifre.  El mejor recuerdo que se guarda del comerciante Wenceslao Sifre es de la escuela que llevaba su nombre, pues le alquiló al municipio tres salones en la calle Juan F. Cortés a partir de 1921.  (Después de treinta años, la escuela sobrevivió otros cinco años en el edificio que había sido alcaldía en la calle De Hostos).


Con la construcción del nunca inaugurado edificio de Bellas Artes (construido en 2003 a un costo de $3.4 millones), fue desenterrada la corriente de agua que tan eficientemente había sido canalizada y que había estado imperturbable por décadas.  Quedó corroborada la razón detrás de los primeros dos nombres de la calle.
 
La calle fue bautizada en 1950 en honor al fundador del Partido Popular en San Sebastián y otros pueblos del noroeste, el comerciante Severo Arana.  La calle creció en importancia al construirse el desvío urbano Emérito Estrada.  La sección entre el desvío y la parte urbanizada se conoció como el Bajadero.  Allí fueron transferidas las ventas de animales que desde 1938 habían estado en el sector de Miramar.  La segunda plaza del mercado que tuvo San Sebastián, inaugurada en esta calle en 1962, no pudo competir con el mercado del Departamento de Agricultura abierto en el barrio Guatemala.  En el local ya vacante de la plaza fue abierto el Supermercado Coop en 1969, el primero de su clase que tuvo San Sebastián.


Calle del Medio ➞ calle del Resbalón ➞ calle Miradero ➞ calle Severo Arana (norte) 
Es posible que la calle del Medio que se menciona en 1846 es la que luego se conoció como del Resbalón y Miradero, y que formó parte de la bautizada Severo Arana (la sección al norte de la plaza) en 1950.  A juzgar por su nombre original y el nombre de la calle que la intersectaba -la calle Miraflores (hoy, Andrés Méndez Liciaga)-, debió ser un paraje salpicado de flores.  Por ser más estrecha, se le llamaba callejón.


 Las calles de la plaza
Un mero vistazo al mapa del pueblo en 1877 revela que los alrededores de la plaza no eran considerados calles.  No fue hasta la década de 1890 que se empezó a llamarlos la calle Plaza.  Todos los lados de la plaza formaban la calle, incluso, las secciones que quedaban a los lados de la iglesia.  La calle fue nombrada Luis Muñoz Rivera en 1903.  Sin embargo, la circunferencia se rompió poco después, pues en la reorgnización urbana del 1906, la sección en línea directa con la calle Betances, pasó a formar parte de ella.


La sección de la calle de la plaza frente a la alcaldía fue llamada Padre José Feliciano, en memoria del primer sacerdote que tuvo Pepino.  Es una incógnita cómo y cuándo surgió este nombre.  El municipio nunca tomó una decisión respecto a ese nombre.  Entre toda la documentación vista, la primera mención de esta calle aparece en el relato que hizo Andrés Méndez Liciaga del desfile con ocasión de la visita del gobernador Horace M. Towner a San Sebastián en 1923.  Al hablar del recorrido que siguió el desfile, Méndez Liciaga mencionó la calle, pero en lugar de decir “padre”  prefirió decir “presbítero”.  Los presbiterianos se vieron forzados a nombrar, con su título eclesiástico, al primer sacerdote de San Sebastián cada vez que declaraban la dirección de su iglesia.
 
Otras calles y otros tiempos
Aparte de las calles céntricas, otras calles nacieron en el siglo 19 o principios del siglo 20.  Algunas de esas calles secundarias tuvieron nombres tan inusuales como algunas que les precedieron:  Guayabal, Tablastilla, Chancleta, Rabo del Buey, Fondo del Saco, Paso Tabla.  Todas tienen en común que al ser rasgada su historia se descubre la de su gente.


Las calles que nacieron en el siglo 19, las más céntricas, las que le dieron un alto valor a las propiedades, se fueron muriendo al final del siglo 20.  Para revivirlas se requiere devolverles residentes.
 
Nota: La mayoría de los datos referentes a las calles y a los edificios públicos que aparecen en este artículo fueron obtenidos de las actas municipales del siglo 20.  La autora agradece al alcalde Javier Jiménez el uso de estos datos, recopilados durante la investigación conducente a la redacción del texto de historia de Pepino.  La gran cantidad de datos usados hizo impráctico el citarlos.
  

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